Empoderamiento de la mujer en el sector vitivinícola catalán

Rafael Böcker Zavaro

Universidad Rovira i Virgili

rafael.bocker@urv.cat

Tara Banach Esteve

Tara Vineyards

tarabanach@gmail.com

Resumen. En este artículo, se plantea el papel actual de la mujer en el desarrollo agrario de Cataluña. El objetivo de esta investigación es el estudio de la inclusión y del reconocimiento de la mujer en el sector agrario, concretamente dentro del mundo vitivinícola, desde una perspectiva de género. La metodología se ha basado en una estrategia mixta: se analizan fuentes secundarias documentales y estadísticas, así como entrevistas en profundidad realizadas a informantes cualificadas. Entre los resultados principales, está la descripción del rol dinamizador de las mujeres como nuevo actor social en los territorios rurales, a partir de la transformación de la familia agraria tradicional. Se concluye que en Cataluña existe un segmento de mujeres titulares de pequeñas explotaciones vitivinícolas que generan empleo, aunque tienen bajos niveles de rentabilidad. Por ello, las instituciones pertinentes podrían incidir con medidas económicas y territoriales aplicadas selectivamente que generen visibilidad y bienestar social. Esto ayudaría a que el mundo rural y agrario en general volviera a sus orígenes desde el sentido común, la conectividad entre agentes, el empoderamiento y la creación de redes en las que las mujeres sean grandes protagonistas. Lograr una sociedad avanzada en todos los aspectos es fundamental para cerrar la brecha de género actual en la agricultura.

Palabras clave: Desarrollo; rural; trabajo; igualdad de género; empoderamiento.

WOMENS EMPOWERMENT IN THE CATALAN WINEMAKING SECTOR

Abstract. In this article we examine the current role of women in Catalonia's agricultural development. The aim of this research is to study the inclusion of women and their recognition from a gender perspective in the agricultural sector, specifically within the winemaking world. The methodology uses a combined approach: secondary documentary sources and statistics are analyzed together with in-depth interviews conducted with qualified respondents. One of the main outcomes is an analysis of women's revitalizing role as new social actors in rural areas as a result of the transformation of the traditional agricultural family. We conclude that in Catalonia there is a segment of small winemaking operations owned by women, which generate employment, although they have low levels of profitability. The appropriate institutions must selectively apply economic and territorial measures, raise awareness and ensure social wellbeing. It would help for the rural and agrarian world in general to return to its roots through common sense, greater connectedness between agents, empowerment and networking where women are the main players. Advancing society at all levels is essential if the current gender gap in agriculture is to be closed.

Keywords: Development; rural; work; gender equality; empowerment.

1. Introducción

En este artículo, se plantea el papel actual de la mujer en el desarrollo agrario de Cataluña. Se analiza el rol dinamizador de las mujeres como nuevo actor social en los territorios rurales a partir de la transformación de la familia agraria tradicional.

Las preguntas de base de la investigación son cuatro: 1) ¿cómo está evolucionando el proceso de integración de la mujer en el sector agrario catalán?; 2) ¿en qué medida se reconoce la formación y el trabajo de la mujer en el sector vitivinícola?; 3) ¿cuáles son los factores que afectan al trabajo de la mujer y su desarrollo en este sector?, y 4) ¿qué políticas públicas han desarrollado las instituciones en Cataluña para favorecer la integración y el empoderamiento de la mujer en el sector?

Destacan los objetivos de investigación siguientes: 1) presentar sintéticamente los conceptos de desarrollo endógeno y sostenibilidad aplicados al mundo rural catalán; 2) describir desde una perspectiva de género el proceso de inclusión de la mujer en el sector agrario; 3) analizar las fuentes secundarias disponibles, tanto estadísticas como documentales, referentes al sector vitivinícola catalán, y 4) comprender la situación de las mujeres en el sector vitivinícola catalán a partir del análisis de las entrevistas en profundidad realizadas.

La relevancia actual del empoderamiento de las mujeres en el sector vitivinícola es tal que los medios de comunicación han comenzado a difundir iniciativas para visibilizarlo. Es el caso, por ejemplo, de una nota de prensa publicada recientemente, en la que se presenta a la fotógrafa Maria Rosa Ferré, quien ha puesto el foco en las mujeres viticultoras de la comarca del Panadés con más de medio centenar de retratos. Aprovecha los personajes para adentrarse en su entorno paisajístico, sus actividades y sentimientos, y muchas de las protagonistas de su libro son jóvenes viticultoras. Entre ellas, las hay con carrera universitaria y algunas que van a trabajar a los viñedos con la manicura perfecta, incluso maquilladas y enjoyadas. Las hay solteras convencidas, así como casadas y madres. También hay quien ha tenido que lidiar con comentarios machistas y otras que reconocen haber sido víctima de acoso sexual. Sea como fuere, a todas ellas las une la pasión por la tierra (Francàs, 2022). Todo lo cual es una muestra de la significación que está cobrando la mujer en el mundo agrario y, en particular, en el sector del vino.

2. Desarrollo y desigualdad de género en el mundo agrario catalán

Desde hace varias décadas, el desarrollo de muchas comarcas de Cataluña se ha basado en la vitivinicultura, la cual ha sido un factor determinante debido a su potencial endógeno, que permite la producción de vino de calidad (Molleví, 2004). Ello se enmarca en los procesos y las políticas de desarrollo agrario de Cataluña, entendido este como una rica historia general, tanto teórica como práctica. Así, en la década de 1970, se comenzó a configurar una estrategia de desarrollo alternativa a las políticas nacionales, basada en actores, recursos y capacidades locales y regionales, tal como quedó plasmado posteriormente en las obras de Storper (1990), North (1993), Sforzi (1996) y Becattini y Rullani (1996). Estas políticas se sustentan en la idea de que las economías de las regiones y localidades pueden crecer utilizando el potencial existente en el territorio. El punto de partida del desarrollo endógeno, pues, es el conjunto de recursos económicos, humanos, institucionales y culturales.

En este sentido, la organización del mundo agrario catalán también plantea la cuestión del desarrollo endógeno y la descentralización de las medidas públicas. Además de ser territoriales, estas políticas están orientadas, real o retóricamente, a una agricultura sostenible y responsable. Recordemos que las Administraciones autonómicas tienen una función cada vez mayor en la inversión y la asistencia a los productores agrarios. Por ejemplo, la Generalidad de Cataluña, mediante el Departamento de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, aplica planes de mejora, estrategia empresarial, publicidad y ayudas, de modo que establece políticas agrarias reales en sus programas de desarrollo autonómico.

De acuerdo con Urquía-Grande y Del Campo (2017), uno de los grandes asuntos de la sociología rural es el papel de las mujeres en el mundo agrario. Aunque el sector agrario está muy masculinizado y se suele asociar a un círculo de hombres, en la actualidad la centralidad de la mujer es ampliamente aceptada. Aun así, muchas veces este reconocimiento no deja de estar invisibilizado. Por ello, a partir de las experiencias expuestas por las informantes calificadas que han sido entrevistadas, en este artículo se analizan las aportaciones de la mujer al mundo agrario y, más concretamente, al sector vitivinícola: 1) su empoderamiento gracias a la actividad agraria; 2) su labor en la transmisión de conocimientos (técnicos y tradicionales); 3) la gestión e independencia económicas que ello le brinda, y 4) el respeto medioambiental con el que trabaja.

Actualmente cobran cada vez más importancia ciertos valores que van influyendo paulatinamente en la valoración de los paisajes culturales y agrícolas: por un lado, la igualdad de género y, por otro, la sostenibilidad (Moyano, 2000; Juliá et al., 2022). Los estudios efectuados revelan que las mujeres del ámbito agrario se encuentran entre las personas más vulnerables del mundo: el 66 % es pobre y casi el 20 % vive en la pobreza extrema. No obstante, la mujer invierte las ganancias agrícolas en salud y educación para su familia, con lo que todavía tiene una doble responsabilidad: la laboral y la familiar (Urquía-Grande y Del Campo, 2017).

En el mundo rural catalán, pese a situarse en un país desarrollado, también hay una situación de desigualdad y desventaja de las mujeres respecto a los hombres. Esta situación ha estado propiciada históricamente por la aplicación del derecho sucesorio del Código Civil, basado en la figura del heredero universal, que ha hecho prevalecer a los hijos varones y primogénitos, relegando así a las mujeres a un segundo lugar. En consecuencia, el patrimonio de las mujeres se ha ido reduciendo después de generaciones sucesivas, lo cual agrava la desigualdad y el poco reconocimiento que sufren, así como las dificultades para lograr su autonomía económica. Esta injusticia en el momento de heredar se ha justificado tradicionalmente apelando a la conservación del patrimonio y a la asignación de roles dentro de la familia (Colom y Puyalto, 2009).

Hoy en día, se ha producido una ruptura generacional en lo que respecta al rol de la familia agraria tradicional, que ha incentivado el papel dinamizador de la mujer como nuevo actor social en los territorios rurales. Ello implica romper con las divisiones del trabajo productivo y reproductivo. Como indican Colom y Puyalto (2009), a lo largo de la historia, la mujer rural ha ejercido sus tareas de manera informal e invisible. Aun así, su aporte a la actividad agraria ha sido fundamental e imprescindible para el mantenimiento de las explotaciones. Las mujeres han asumido muchos trabajos considerados inherentes a la condición femenina, como la organización doméstica, el cuidado de los hijos e hijas, la atención a las personas mayores y a otras personas dependientes, así como las tareas agrícolas y ganaderas —normalmente mucho más manuales y cansadas que las del hombre, que en general se asocian a labores más mecanizadas, como las que utilizan maquinaria agrícola. Por todo ello, las mujeres rurales y, específicamente, las agricultoras, participan cada vez más en el proceso de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres.

En Cataluña, hay tres momentos clave que posibilitaron el inicio del reconocimiento del rol de la mujer en el sector agrario en general y en el vitivinícola en particular:

1) La Transición española a partir de 1975, cuando se transitó de un sistema dictatorial a uno democrático. Con ese cambio, se pasó de un mercado agrícola regulado a un mercado libre.

2) La constitución de las comunidades autónomas. La Transición permitió también que cada comunidad adquiriese muchas competencias. En el caso catalán, posibilitó que el sector agrario se reorganizara en el plano cooperativo y productivo respecto a las explotaciones y a la industria agroalimentaria.

3) La incorporación de España a la Comunidad Económica Europea en 1985, que garantizó los recursos necesarios desde el ámbito político para empezar a definir una planificación agraria completamente diferente.

El conjunto de estos tres elementos originó una nueva situación de protección del sistema de producción agrario español para mejorar la calidad, encaminarse hacia una agricultura más sostenible e implantar sistemas de trazabilidad. Este contexto permitió el desarrollo de una etapa de especialización y producción de una economía circular. A su vez, ello facilitó la introducción de la mujer en el sector desde una perspectiva de gestión empresarial con miras a optimizar los medios de producción. Si bien la presencia de la mujer en el campo no era muy habitual, gracias a las políticas dirigidas al sector, poco a poco se fue ampliando.

La mujer fue fundamental en todas estas nuevas etapas y especializaciones, que rompieron con los esquemas agrarios tradicionales y permitieron su visualización e implicación. Más adelante, esto abrió las puertas a su participación en otros ámbitos agrarios, como los trabajos del campo. Fue el principio de un cambio que hoy aún está transformando el mundo agrario.

3. Metodología

La estrategia metodológica se basó en un estudio de caso. Este método permite producir, desde el punto de vista de la sociología, representaciones que describen y explican una realidad relevante para el mundo agrario catalán: el papel de la mujer en el sector vitivinícola. El análisis comparado resultante es aún más significativo, en la medida en que existen diferentes perfiles sociales, laborales y profesionales. Las técnicas empleadas para la recogida de la información han sido la entrevista en profundidad semiestructurada, la observación no participante y el uso de fuentes secundarias estadísticas y documentales. Estas últimas incluyen documentos oficiales, comunicaciones de varias organizaciones, notas periodísticas, datos estadísticos y bibliografía sobre la problemática abordada.

Para realizar el trabajo empírico, se han llevado a cabo distintas actividades: 1) reconocimiento del entorno institucional propio del sector vitivinícola y de sus principales actores sociales y agentes económicos; 2) sensibilización; 3) trabajo de campo mediante entrevistas en profundidad y observación no participante, y 4) procesamiento de los resultados y análisis de la información.

Las entrevistas se han efectuado a informantes calificadas vinculadas al sector vitivinícola. Se trata de una muestra estructural de seis entrevistas, que comprende los perfiles principales de la población de mujeres del sector:

— Entrevista 1. Agricultora vitivinícola profesional y enóloga. Perfil de capacitación constante: formación profesional (FP) de grado medio en Elaboración de Vinos y de grado superior en Industrias Alimentarias, con especialización en enología y viticultura. Posteriormente cursó el grado universitario en Enología y un máster oficial de Negocios Internacionales. Ha cursado también otros cursos y estudios como aplicadora cualificada de fitosanitarios y perito judicial profesional en industrias vitivinícolas. En 2014 comenzó como titular de los viñedos familiares y montó su propia bodega.

— Entrevista 2. Agricultora vitivinícola profesional sin formación. Se trata de un perfil sin trayectoria familiar en el sector vitivinícola. Sin estudios específicos de enología o viticultura. Actualmente, trabaja como autónoma prestando servicios agrarios a terceros, mayoritariamente en viña y administrando una pequeña bodega de la cual no es titular ni propietaria.

— Entrevista 3. Estudió Ingeniería Agrónoma y seguidamente una licenciatura en Enología. Dirige el laboratorio de una gran bodega. Analiza y controla todos los parámetros químicos de los vinos en bodega y es responsable de la trazabilidad de todos ellos.

— Entrevista 4. Técnica agroalimentaria, especializada en viticultura (FP de grado superior). Es asalariada en una cooperativa. Tiene un perfil multifunción: desempeña tareas mayoritariamente de fuerza en bodega y en viña; los fines de semana, en función del trabajo en bodega, la destinan a tareas de enoturismo.

— Entrevista 5. Licenciada en Ciencias Biológicas y en Ingeniería Agrícola, y doctora en Enología y Viticultura. En la década de 1980, impartió clases de viticultura en la primera escuela de formación profesional de Cataluña. Durante más de cuarenta años, impartió clases de viticultura y asignaturas relacionadas en la Facultad de Enología de la Universidad Rovira i Virgili. Actualmente está jubilada.

— Entrevista 6. Licenciada en Bioquímica. Investigadora en una empresa farmacéutica en Barcelona. No tiene formación ni experiencia en el sector agrario. Pertenece a una familia propietaria de una gran explotación mixta en la comarca de Las Garrigas (Lérida).

4. Análisis de la información

4.1 Revisión estadística y documental del sector vitivinícola catalán

Respecto a la revisión estadística, hay diversas fuentes secundarias que aportan datos reveladores sobre el sector vitivinícola catalán. Sin embargo, para cuantificar la presencia y la situación de las mujeres en el sector, como se constata más adelante, no se disponen de datos estadísticos, ya sea de los departamentos de la Generalidad de Cataluña o del Institut Català de la Vinya i el Vi (INCAVI). Por ello, en el apartado siguiente, cuando se desglosen las entrevistas en profundidad a las informantes calificadas, el análisis cualitativo servirá para ahondar en este problema planteado en la investigación.

En todo caso, es importante detallar algunos datos del sector vitivinícola para determinar el peso que tiene esta actividad en la agricultura catalana. En concreto, la viña representó el 7,48 % de los cultivos de Cataluña en 2020 (Generalitat de Catalunya, 2020b). El cultivo de viña generó una producción total de 311 534 toneladas de uva en una superficie de 56 584 hectáreas. La mayor parte de la uva se destina a la vinificación, no a su consumo, que en 2020 registró una producción de 311 178 toneladas en una superficie de 56 566 hectáreas (Generalitat de Catalunya 2020a, 2021a; INCAVI, 2021a, 2021b).

Estos resultados negativos afectan directamente a todo el trabajo de campo que hay detrás de una mujer que dedica su jornada laboral a cultivar viñedos, transformar las uvas en vino y finalmente embotellar. Actualmente, el camino profesional más común de una mujer que se dedica al sector vitivinícola empieza por la formación. Cada vez se ven más mujeres matriculadas en cursos de FP específicos en viticultura y enología o en el grado universitario de Enología. Esto refleja las ganas de la mujer por formarse y especializarse en un ámbito en el que, una vez finalizados sus estudios, tendrá que luchar por hacerse visible y para que su proyecto sea viable en todos los sentidos.

La situación actual del mercado del vino se caracteriza por una fuerte competencia que está afectando directamente a la situación económica de las agricultoras. La inestabilidad profesional y personal muchas veces acaba en renuncia o en la búsqueda de un segundo empleo para hacer viable la explotación agraria. En definitiva, el factor más importante para la viabilidad de un proyecto vitivinícola es el económico. Si no hay ingresos regulares, por más que la mujer se diferencie elaborando producto de proximidad, vino amparado en una denominación de origen (D. O.), vid ecológica certificada o un vino completamente diferente, la explotación es inviable, sobre todo si es a pequeña escala.

La nueva ley de viticultura de Cataluña representa un paso en esta dirección. La tramitación parlamentaria culminó en 2019 y la ley fue aprobada y publicada a principios de 2020 en el Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya (DOGC) (INCAVI, 2019). Desde entonces, el INCAVI está trabajando en su despliegue, junto con las D. O. catalanas. Uno de los puntos que el INCAVI considera clave es la regulación de la figura de la persona viticultora-elaboradora, que ya consta en la ley. Distinguirá a las personas viticultoras que elaboren vino con sus propias uvas, de modo que se pondrá el acento en la importancia del viñedo y el control del proceso de elaboración del vino por una misma persona.

Ahora bien, para contextualizar a las mujeres del sector vitivinícola catalán con datos estadísticos, es importante tener en cuenta el mundo rural en general. Las mujeres rurales representan más de un tercio de la población mundial y el 43 % está dentro del sector agrícola. Labran la tierra y plantan las semillas que alimentan naciones enteras. Además, garantizan la seguridad alimentaria de sus poblaciones y ayudan a preparar a sus comunidades frente al cambio climático. Los conocimientos y las experiencias de las mujeres del ámbito rural son imprescindibles para la cohesión social y el desarrollo sostenible (Ajuntament dels Plans de Sió, 2020). Sin embargo, según el Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural catalán, en 2020, las mujeres representaron el 24 % de las personas afiliadas trabajadoras por cuenta propia en el sector rural catalán; por cuenta ajena, sumaron el 16 %. Por otro lado, el 22,1 % de la superficie agropecuaria tenía como titular a una mujer, si bien, en la titularidad de las explotaciones, se observan diferencias entre hombres y mujeres en variables como la superficie, edad y calificación o no como explotaciones agrarias prioritarias (EAP) (Generalitat de Catalunya, 2020b).

En lo que respecta a las EAP, solo el 12 % de su superficie está en manos de mujeres. Centrándonos en la superficie, la proporción de mujeres titulares en las explotaciones pequeñas (<1 ha y de 1 ha a <16 ha) es superior que en las mayores. En el caso de las explotaciones de menor superficie (<1 ha) con titulares de más de 56 años, se reduce aún más la brecha de género. Sin embargo, esto se debe a veces a cuestiones burocráticas o legales, vinculadas a temas fiscales o de ayudas, para beneficiar a sus cónyuges. En cambio, la brecha se amplía entre las personas titulares de explotaciones de gran superficie (>31 ha) y de menos de 41 años (Generalitat de Catalunya, 2020b). Normalmente este último perfil de mujeres es el que se dedica a la agricultura por vocación.

Según datos del año 2019, en el sector agrícola, solo el 31 % de las mujeres eran titulares de explotaciones y el porcentaje de mujeres profesionales era del 20 %. En 2020, el número de explotaciones fue de 47 940, de las cuales 28 776 estaban gestionadas por hombres y 13 174 por mujeres (Generalitat de Catalunya, 2020a).

El Institut Català de les Dones y los departamentos de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, y de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural trabajan conjuntamente para mejorar la situación de las mujeres en el mundo rural y marítimo. Uno de sus objetivos es impulsar las políticas públicas con perspectiva de género en estos ámbitos sectoriales. Por eso, desplegaron el «Programa de las mujeres del mundo rural y marítimo 2016-2020 (segunda edición)» mediante las estrategias de transversalidad; visibilidad y reconocimiento de las mujeres; fomento del emprendimiento, liderazgo y participación de las mismas, e incremento de su calidad de vida. Además, en 2019 se creó el Consejo Asesor de Mujeres del Mundo Rural y Marítimo, para impulsar actuaciones que favorecieran la participación de las mujeres en los espacios públicos y de toma de decisiones en los ámbitos sindical, profesional, cooperativo y político (Ajuntament dels Plans de Sió, 2020). Este consejo establece un marco de relación entre el departamento de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, la Asociación Catalana de Mujeres del Mar y la Asociación de Mujeres del Mundo Rural, Agricultoras y Ganaderas de Cataluña.

La segunda edición del programa, dirigida a incorporar la transversalidad de género y el empoderamiento de las mujeres en las políticas públicas enfocadas en el mundo agrario, está enmarcada en la Ley 17/2015 de igualdad efectiva de mujeres y hombres. Se trata de una iniciativa orientada a lograr la igualdad de género en los ámbitos rural y marítimo mediante el empoderamiento de las mujeres en todas sus vertientes (Martí, 2020).

En el marco del programa, participa el INCAVI, un organismo autónomo de la Generalitat de Catalunya creado en 1980. Posee la consideración de Centro Público de Investigación al servicio de la actividad productiva vitícola y enológica, y tiene plena capacidad en materia vitivinícola. Además, es muy pertinente destacar en esta investigación que el INCAVI está dirigido por primera vez por una mujer —es más, por una mujer joven—, lo que representa una apuesta clave en el sector.

La puesta en marcha del programa dio pie a otro tipo de iniciativas institucionales, como la jornada técnica dedicada a visualizar e impulsar el rol de las mujeres en el ámbito rural. En ella, se organizaron cuatro grupos de trabajo, que abordaron ejes temáticos como la agenda rural, la aplicación de la ley de igualdad, las medidas para mejorar el funcionamiento de la cadena alimentaria o los sistemas de producción agraria. En este contexto, las consejeras reivindicaron el rol de las mujeres rurales en la transformación feminista y verde de Cataluña (Generalitat de Catalunya, 2021b). Se remarcó la importancia de las mujeres en el mundo rural y la necesidad de reconocer su diversidad, no solo en los discursos, sino también en el diseño y la implementación de políticas que tengan en cuenta que las formas de discriminación son múltiples y están interrelacionadas (Associació de Dones del Món Rural, 2022). Es por ello que todas las políticas que afectan al mundo rural deben asegurar la transversalidad de la perspectiva de género y el equilibrio entre el trabajo de mercado y el trabajo doméstico y de cuidados, así como la erradicación de las violencias machistas (Serra, 2019). Se recordó que todavía hoy en el mundo rural las mujeres viven una doble invisibilidad por el hecho de ser mujeres y desarrollarse en este sector tradicionalmente masculino. Por este motivo, se cree necesario destacar el trabajo de las mujeres en círculos rurales y poner de relieve su importancia en los planos social, económico y medioambiental, ya que la sostenibilidad del medio rural pasa por el arraigo de las mujeres en el territorio (Generalitat de Catalunya, 2021b).

4.2. Entrevistas en profundidad a mujeres del mundo vitivinícola

Como se ha señalado anteriormente, no existen datos estadísticos que cuantifiquen la presencia y la situación de las mujeres en el sector vitivinícola catalán. Por tanto, en este apartado se presentará el análisis cualitativo de las entrevistas en profundidad realizadas. De esta manera, se podrán extraer las conclusiones finales a partir de la triangulación de diferentes tipos de información empírica.

4.2.1 Análisis del año vitivinícola

Es importante describir el proceso productivo anual de la viña y la elaboración de los vinos, lo que en el sector se denomina año vitivinícola. Ello nos permitirá profundizar en la situación real a la que se enfrentan actualmente las mujeres viticultoras y enólogas en Cataluña.

La uva se cosecha a mediados de agosto o principios de septiembre, en función del tipo de vino que se va a elaborar. En el caso de las viticultoras de pequeñas explotaciones, la cosecha —que implica cortar la uva de la cepa, luego de haber controlado su punto óptimo de maduración— requiere pocos días. Este trabajo se lleva a cabo de forma manual o mecánica, conforme a la extensión de cada viña y a las posibilidades económicas de su titular.

Una vez que se ha cosechado la uva, su vinificación puede suceder de dos maneras: 1) que la persona titular la venda a otra empresa o cooperativa que se encargue de vinificarla o 2) que sea la persona titular quien entre la uva en su propia bodega para vinificarla por su cuenta.

Sobre el primer caso, una de las entrevistadas plantea: «Las bodegas nos hacen contratos anuales. Eso nos da mucha inestabilidad. Después de todos los trabajos de cultivo que hacemos, no saber el destino de nuestra uva es terrible» (Entrevista 1).

La entrevistada también detalla las diferencias entre vender su producción de uva a una gran empresa o a una cooperativa:

Anteriormente, cuando el mercado estaba estabilizado, entraba la uva a una gran bodega que pagaba bien. Actualmente, me veo obligada a vender la uva a una cooperativa. Fue mi única salida para evitar dejar la uva en la cepa. El sistema de funcionamiento que tienen es de contratos a tres años, que te atan por completo, y pagan muy mal. (Entrevista 1).

Esto refleja la difícil situación a la que se enfrentan los viticultores en general y las mujeres viticultoras en particular. Es muy complicado lidiar con la amenaza que sufre el sector del vino. Se necesitan medidas suficientes por parte de la Administración para regular los mercados y reclamar fondos a fin de que las pequeñas explotaciones puedan seguir adelante con su pasión por la tierra y no tengan que abandonarlas.

Volviendo al ciclo del año vitivinícola, una vez que la uva ha entrado para ser vinificada, sea de una forma o de otra, en general la etapa siguiente en la elaboración del vino es el derrapado o estrujado y el prensado. A continuación, se coloca el mosto en un depósito de acero inoxidable para llevar a cabo la fermentación alcohólica, que durará aproximadamente 15 días. Este paso es esencial, ya que es cuando se produce la transformación de todos los azúcares naturales de la uva en alcohol; dicho de otra manera: es la transmutación del mosto en vino. A partir de este momento, la vinificación consiste en la conservación o el envejecimiento del vino en un depósito hasta la fase final, que es el embotellado.

Por otro lado, al mismo tiempo que en la bodega se están definiendo el futuro y la forma de los vinos, la tierra necesita de la intervención agrícola. Cuando se ha cosechado la uva, se deben efectuar trabajos en el cultivo y se puede empezar a labrar y, a puertas del invierno, podar y abonar: «Podar lleva mucho tiempo, aproximadamente un mes y poco más en mi caso, porque solo poda una persona con tijeras automáticas para 5 hectáreas y media» (Entrevista 1).

En primavera, la viña empieza a florecer y entra en periodo vegetativo hasta llegar el envero y, finalmente, la maduración y cosecha:

Cuando empieza a florecer después de haber descansado todo el invierno, salen los primeros brotes que irán configurando la masa vegetativa del año. Saldrán brotes y rebrotes; estos últimos habrá que ir sacándolos. En este periodo, también empieza la época de los tratamientos fitosanitarios de la vid, con azufre y cobre, y así sin parar. En función de las lluvias o sequías, habrá más trabajo o no, en fin, trabajos manuales en la parte vegetativa simultáneamente hasta la cosecha. De septiembre a septiembre. (Entrevista 1).

Otra tarea importante que se lleva a cabo en cualquier mes del año es la relacionada con la higiene de la bodega: es necesario tenerla bien limpia para evitar contaminaciones de diferentes microrganismos en los vinos de los depósitos.

No menos importante y necesario es documentar todo el proceso de vinificación desde la entrada de la uva —declaración de vendimia, cuaderno de campo, certificación ecológica y destino de la uva—, pasando por la trazabilidad de la elaboración del vino y hasta el destino del producto final, las botellas. De todo esto, hay que dejar constancia oficial en libros reglamentarios controlados por las diferentes Administraciones.

De la burocracia también me encargo yo. Disponer de un gestor es carísimo y existen muchísimos trámites obligatorios que requieren de un trabajo constante que acaba siendo agotador. Hay que registrar absolutamente cualquier movimiento. (Entrevista 1).

Por último, está la recompensa del gran esfuerzo, de la lucha por un proyecto vitivinícola que transforma una parte de la uva en vino. Quizás lo más importante para la viticultora: la etapa de la comercialización, muy difícil a pequeña escala.

La comercialización la hago yo misma también y así me va… Muy difícil para una persona que tiene que llevar una viña, realizar vendimia, elaborar y embotellar el vino, y finalmente venderlo. En la carrera [grado en Enología], no se da esto; no tenemos estas habilidades y nos cuesta mucho. Entonces, lo ideal sería poner un intermediario o distribuidor. Pero el problema es que el intermediario-distribuidor te aprieta a ti con el precio. Pretende quedarse la parte de recompensa pasional que has luchado tú durante un año en euros. Y, cuando tú haces 2500 botellas y vendes uva de 5 hectáreas, no da para tener un intermediario, ¿no? (Entrevista 1).

La exportación resulta extremadamente difícil a pequeña escala, debido a los costos altos de la logística: «La exportación es imposible, por el único hecho de lo que es la logística. Pagar la logística es inviable, a no ser que la pague el cliente final» (entrevista 1).

4.2.2 Mujer: gestión privada y gestión pública

La situación general de la mujer en el mundo del vino es desigual respecto a la de los hombres. Esto depende en gran medida de si se es trabajadora asalariada, autónoma, titular o propietaria y del tipo de tareas que se desempeñan:

La mayoría de las veces, no siempre, pero, con los superiores con los que he trabajado, no ven factible a una mujer en el mundo del vino. Sobre todo, en la bodega. Cuando he trabajado en la bodega, muchas veces me han dicho que «una mujer no puede hacer este trabajo», que es duro, que es físico, que es demasiado para las mujeres. (Entrevista 4).

Cuesta que la gente te llame para ir a hacer trabajos. Pero yo tampoco nunca lo asocié al hecho de ser mujer. Yo creo que es más porque… bueno, la gente ha de saber cómo trabajas, qué es lo que haces. Por eso, creo yo que es una cuestión de actitud, más que de sexo. (Entrevista 2).

Yo no lo he tenido difícil por ser mujer, pero por una razón: me he dedicado siempre al tema técnico y de laboratorio, y, generalmente, las que ejercemos este tipo de trabajo somos mujeres. Este mundo es un mundo muy masculinizado, como todos sabemos. Y, bueno, sí es verdad que ahora, cada vez más, hay más enólogas; pero, bueno, no deja de ser así. (Entrevista 3).

Las diferencias que existen entre las explotaciones pequeñas, medianas y grandes son las que muchas veces generan diferencias en cuanto al reconocimiento del trabajo de las mujeres en el sector:

Las mujeres están ocupando cada vez más lugares como viticultoras, enólogas, sommeliers y comerciales en el mundo vitivinícola de Cataluña. La expansión internacional de las D. O. catalanas ha producido un efecto positivo en el reconocimiento del trabajo de muchas mujeres del sector. Pero este reconocimiento muchas veces está vinculado a las empresas familiares medianas. En cambio, en las grandes empresas y en los cargos políticos vinculados al sector, las mujeres no han llegado todavía a este reconocimiento. (Entrevista 5).

En una pequeña explotación vitivinícola, la gestión empresarial abarca muchas tareas que debe hacer una sola persona:

Sí, el tiempo siempre es insuficiente. En el campo, siempre hay cosas pendientes. Probablemente, si mi situación económica fuera otra, contrataría más mano de obra y por lo tanto más tiempo para mí, para mis cosas personales y demás. Claro, no es solo un tema de tiempo, sino económico: tengo que trabajar de otras cosas fuera de lo agrario para que mi explotación pueda ser mínimamente viable. ¡Claro que me falta tiempo y dinero! En fin, muchas veces hago lo que puedo y no lo que quiero. (Entrevista 1).

Las dificultades a las que se enfrentan las pequeñas viticultoras se reflejan en los ingresos que pueden obtener realmente de su propia explotación:

En 2015 me declaré «Joven agricultora subvencionada por Europa» para recibir unas ayudas dirigidas a las mujeres en el mundo agrícola. Y las recibí. Porque realmente era a lo que me quería dedicar: a llevar mi propia explotación vitivinícola y la posterior transformación del producto. Pensé que mi proyecto prosperaría, ¿no? Pues bien, todo iba a mínimos, pero iba, hasta que llegó la covid. Te das cuenta de que no hay ayudas suficientes ni políticas de ningún tipo para fomentar que todo se vuelva a activar y no te toca otra que reinventarte, ¿no? Por eso, me dedico a llevar la empresa familiar que tiene otro tipo de actividad y, por administrar esa sociedad, tengo una nómina, que me ayuda a tirar adelante. (Entrevista 1).

Para que una mujer joven acabe trabajando como viticultora, se deben dar en general una serie de situaciones en su trayectoria personal, familiar y social:

Yo llegué un poco por casualidad a este sector. Es verdad que vivo en un entorno rural, en un pueblo de la Terra Alta, pero en mi casa nunca habíamos tenido viña. Terminé en este sector un poco de rebote. Me establecí en el Priorato, en Cornudella de Montsant, y trabajaba en otro sector completamente diferente. Decidí plegar [salir] de allí y me puse a buscar trabajo ahí en el pueblo. Bueno, todo el mundo lo sabe: en el Priorato prácticamente todo son viñas y algún almendro perdido. Allí fue donde aprendí el oficio. Como decía antes, yo no tenía ni idea y allí aprendí todo el proceso del cultivo de viñedos y el de bodega, de vinificación. Es un mundo que engancha muchísimo, ¡muchísimo! (Entrevista 2).

Yo empecé a estudiar Ingeniería porque lo que me gustaba era dedicarme al tema de laboratorio dentro del sector alimentario, especialmente la industria láctea. Y, bueno, como estudiábamos en la facultad de Enología, poco a poco fui haciendo vínculos de todo tipo hasta el punto de que acabé haciendo las prácticas de la carrera en una cooperativa de vino. Desde ese momento, trabajo en este sector. (Entrevista 3).

Como se señaló en el segundo apartado, en el mundo rural catalán sigue dándose una situación de desigualdad y desventaja de las mujeres respecto a los hombres, de la que no está exento el sector vitivinícola. En el pasado, esta desigualdad se veía reforzada por la aplicación del derecho sucesorio del Código Civil, que beneficiaba al hijo varón primogénito. Sin embargo, en la actualidad, es solo la tradición y la cultura patriarcal la que en algunos casos justifica esta injusticia en la herencia, apelando a la conservación del patrimonio y a la asignación de roles dentro de la familia:

Después de haber estudiado todo lo posible en el ámbito de la enología, opté por explotar las tierras de mi familia. Esos viñedos fueron plantados por mi padre, porque estaba vinculado al sector desde hacía muchos años. (Entrevista 1).

No hace mucho tiempo, en una comida familiar, mi padre comentó en voz alta que las tierras de su propiedad no iban a partirse en la herencia, que las heredaría mi hermano, que es fisioterapeuta. El motivo era que había más probabilidad de continuidad con mi hermano que conmigo, por ser hombre y tener un hijo varón de 5 años, que, además, juega con un tractor. Por eso, a mí me tocará la casa de la familia. Eso a mí me entristece mucho… ¡Yo quiero parte de las tierras! (Entrevista 6).

Entre las dificultades que se señalan respecto al desarrollo de la actividad en una pequeña explotación vitivinícola, sobresalen las económicas y las burocráticas. Se critica a las Administraciones y a los agentes institucionales del sector por no diferenciar entre las explotaciones pequeñas y las medianas y grandes:

Claro, principalmente, dificultades económicas, porque realmente no se estudia el caso de una pequeña agricultora como yo. ¡Para ellos, todos entramos en el mismo saco! Porque, realmente, [para] quien tiene [mucha] tierra, sí que es viable la explotación vitivinícola y ya no entra en esta discusión, aunque se aprovechen de ayudas que no les corresponden éticamente. Pero, al mediano y al pequeño, los organismos oficiales no los diferencian. ¡Y ahí está mi problema! (Entrevista 1).

En cuanto a otros factores, una de las entrevistadas señala que el hecho de ser mujer le ha dificultado su actividad como empresaria:

Me ha dificultado mucho. Y no solo por ser mujer. Por ser mujer y por arreglarme, por ser femenina y no bastorra. ¡Es que estoy segura! Mucha gente no se cree que llevo yo las tierras y hago mi propio vino. Incluso a veces piensan que soy la comercial. (Entrevista 1).

Esta situación de desigualdad de género en el mundo del vino está presente desde los centros de formación en viticultura y enología, donde existe una enorme diferencia en la presencia de hombres respecto a mujeres:

Cuando yo estudié, y mira que estudié hace una década, o sea, nada, éramos dos mujeres en la carrera [grado en Enología de la Universidad Rovira i Virgili]. Esto te da un poco a entender la representación de la mujer dentro del mundo vitivinícola desde una visión de mujer con estudios superiores. Tengo constancia de que, actualmente, hay mucha más representación de mujeres en la carrera. (Entrevista 1).

La diferencia entre unas y otras se debe en gran medida a la pertenencia o no a una familia dedicada a la actividad vitivinícola:

El perfil de las mujeres que me encontré en la carrera no tiene nada que ver con [el de] las que me encontré en la formación profesional. Las mujeres en la carrera, que han compartido conmigo y que he conocido, son hijas de familias con bodegas. (Entrevista1).

En cambio, la representación de la mujer es mucho mayor entre el profesorado del grado en Enología de la Universidad Rovira i Virgili, puesto que es una carrera química, disciplina en la que hay más presencia femenina.

Las entrevistadas perciben el futuro de la mujer de maneras diferentes. Nuevamente, el caso de la mujer asalariada en la bodega de una cooperativa contrasta con el de la agricultora autónoma y la encargada del laboratorio de una bodega:

El futuro para una mujer que aspire a liderar una bodega lo veo complicado. Solo lo veo posible si es su propia bodega o si es una bodega con mentalidad abierta. De hecho, en muchas ofertas de trabajo ponen «se busca enólogo o bodeguero». (Entrevista 4).

Para mí, la igualdad está desde el minuto cero. Yo creo que es una cuestión de actitud. Una mujer no se ha de sentir menos porque sea un sector representado mayoritariamente por hombres. (Entrevista 2).

Yo el futuro lo veo mejor que antes, porque recuerdo, cuando comencé a trabajar hace veinte años, la condescendencia con la que te hablaban los hombres mayores: decirte «porque tú eres una niña jovencita» y «¡nena!»… ¿sabes? De hablarte así, como diciéndote «¿tú qué sabrás?, si eres una niñata». Después también [estaba] el tema muy sexualizado de ser una mujer y trabajar en un laboratorio y llevar una bata. Los hombres que están ahora, que se dedican a la enología, no son los machirulos vejestorios que había antes. Que lo sabían todo por el hecho de ser hombres. Al menos ahora, lo veo bien, no es como antes; no sé cómo explicarlo. Como que lo han ido asimilando, ¿no? Nos queda mucho por avanzar seguramente, como en todos los temas de las mujeres en la sociedad, pero vaya, poco a poco, al final lo conseguiremos. (Entrevista 3).

5. Conclusiones

Las mujeres agricultoras, enólogas y viticultoras, un grupo social minoritario pero significativo dentro del heterogéneo colectivo de las mujeres en el entorno rural, se configuran como un factor fundamental para la mejora y consolidación del modelo de explotación familiar agraria multifuncional y sostenible desde una perspectiva económica, social y ambiental. Dentro del modelo de explotación familiar agraria sostenible, se ha de priorizar a las agricultoras que gestionan y trabajan directa y personalmente su propia explotación vitivinícola y viven además en el medio rural donde se sitúa dicha explotación. De esta manera, se estaría fomentando la repoblación rural.

El segmento de las mujeres titulares de pequeñas explotaciones vitivinícolas en Cataluña, a pesar de tener un nivel de rentabilidad bajo, genera empleo. Por ello, las instituciones pertinentes podrían incidir con medidas económicas y territoriales aplicadas selectivamente para generar visibilidad y bienestar social, con el fin de que esos proyectos puedan dar fruto en el futuro y esas mujeres puedan dedicarse exclusivamente a su pasión por la tierra.

Aunque entre las mujeres entrevistadas no se ha observado participación en instancias de accionar colectivo —formal o informal, como serían las redes sociales—, cabe destacar el aporte que estas instancias podrían brindar en materia de intercambio de experiencias, oportunidades de aprendizaje compartido y fortalecimiento de habilidades.

Ayudaría que el mundo rural y agrario en general volviera a sus orígenes desde el sentido común, la conectividad entre agentes, el empoderamiento y la creación de redes en las que las mujeres sean grandes protagonistas. Lograr una sociedad avanzada en todos los aspectos es fundamental para cerrar la brecha de género actual en la agricultura.

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